martes, 14 de junio de 2016

MUJERES RELEVANTES EN LAS ARTES Y LAS CIENCIAS


Jane Goodall


Una de las primatólogas más importantes y seguramente la más conocida, estuvo a punto de no convertirse en quien es hoy por los problemas económicos que vivió en su juventud. Nacida en Londres en 1934 en una familia humilde, no pudo terminar sus estudios y empezó a trabajar como camarera.

En 1957 viajó a Kenya y conoció a Louis Leakey, paleoantropólogo, que la contrató como secretaria y le inculcó su pasión científica y su amor por los animales. Al año siguiente la envió a Londres a formarse en la materia con John Napier, y más adelante a Cambridge, donde se doctoró en etología.


Goodall viajó a Tanzania, donde comenzó a investigar sobre el terreno y a elaborar las teorías que la hicieron famosa. Estudiaba a los chimpancés como individuos, a los que nombraba y conocía uno a uno. Así descubrió que cada animal desarrolla su propia personalidad y que las emociones no son algo ajeno a ellos, una teoría que nadie había considerado factible hasta entonces.
Su trabajo fue criticado precisamente por ese enfoque tan subjetivo que daba a su investigación. Había quien consideraba que sus observaciones no eran científicamente objetivas, ya que había cierta implicación emocional con los animales. Sin embargo, el enfoque subjetivo se ha ido aceptando sobre todo en las ciencias sociales, y las teorías de Goodall siguen siendo hoy consideradas válidas en la primatología.

lunes, 13 de junio de 2016

Natalie Bauer-Lechner (1858-1921)


 

Natalie Bauer-Lechner fue una reputada violinista de su tiempo. Pero no pasó a la historia por su talento como intérprete sino por su relación con el gran compositor Gustav Mahler. Dos años mayor que él, Natalie fue su compañera durante doce años en los que plasmó sus experiencias en distintos diarios y cartas que, recuperadas en parte, permiten reconstruir la vida y la obra de Mahler, convirtiéndose en una fuente excepcional para los amantes de la historia de la música.
Natalia Anna Juliana Bauer-Lechner nació el 9 de mayo de 1858 en Viena. Era la hija mayor de los cinco hijos de Rudolf Lechner, un propietario de una librería en la capital austriaca y su mujer, Julie Winiwarter. Después de recibir una educación básica en su propia casa con tutores particulares, Natalie ingresó en el Conservatorio de Viena del que se graduó en 1872. En los años siguientes, Natalie continuaba visitando el conservatorio donde por aquel entonces su hermana Ellen estudiaba para acceder a sus servicios. Gustav Mahler había ingresado en el Conservatorio en 1875 donde permaneció tres años. Fue allí donde se conocieron pero sus vidas aún tardarían en unirse.

El 27 de diciembre de 1875 se casó con Alexander Bauer, un químico y matemático vienés viudo y con tres hijas. La vida tranquila de Natalie como mujer casada terminó cuando se divorció de su marido en 1885. Natalie se centró en su trabajo como profesora de violín y como miembro del prestigioso cuarteto de cuerda femenino Soldat-Röger String Quartet.

Fue entonces cuando respondió a una invitación que tiempo atrás le había hecho Mahler de marchar juntos de Viena y le siguió a Budapest, donde se había convertido en el Director de la Opera Real. Con la pareja se instaló Justine, una hermana del compositor quien estaba sola al haber muerto sus padres poco tiempo antes. Fueron años felices para Natalie y Gustav en los que ella mantuvo un diario privado en el que plasmó su vida con el músico y la evolución de sus composiciones. Su relación terminó doce años después cuando, en 1902,Alma Schindler se cruzó en la vida de Gustav.

Natalie Bauer-Lechner vivió los últimos años de su vida sola y volcada en las luchas feministas en defensa del sufragio de las mujeres. En 1918 fue encarcelada por sus textos lo que mermó dramáticamente su salud. Falleció el 8 de junio de 1921.



Omaira Hernández González

Louise Bourgeois

Bienvenidos al Dolor


El entrecomillado “Me dedico al dolor para dar sentido y forma a la frustración y el sufrimiento. No puedo hacer desaparecer el dolor. Ha venido para quedarse” no parece el mejor eslogan escaparatista para vender el concepto exposición del verano. Y de hecho no lo es. Ese entrecomillado es la plasmación de una verdadera declaración de intenciones. La de los responsables del Guggenheim Bilbao, incrustando en el luminoso mastodonte de Frank O. Gehry los mundos —pero sobre todo los submundos— de Louise Bourgeois (París, 1911-Nueva York, 2010).
La exposición Estructuras de la existencia: las celdas abre sus puertas hoy y las cerrará el 4 de septiembre. Exposición del verano, pues. Así que esto ya sugiere una imagen: visitantes en bermudas y camiseta saliendo al sol pero con mala cara, aficionados al arte en plenas vacaciones pero noqueados tras recorrer una tiniebla que no esperaban y asistir al viaje por la soledad, el miedo, el abandono y la angustia, porque no otra cosa es esta exposición.
Bourgeois es indiscutible como trofeo de caza para cualquier museo (la muestra viene de Múnich y Moscú y viajará a Copenhague). Pero hace falta tener muy claras las cosas y saber no renunciar a nada para apostar por esta selva tenebrosa y proponerla a los turistas —que es lo que en verano mayoritariamante entra a un museo como el Guggenheim— como oferta de ocio vacacional. La amargura y los exorcismos de Louise Bourgeois no son precisamente las cicciolinas y los popeyes de Jeff Koons. Ni falta que hace.
Organizar una escultura como quien programa el tratamiento de un enfermo: eran sus propias palabras y ese es el concepto que sobrevuela las salas del Guggenheim. Bourgeois, la mujer menuda, irascible y genial creadora de esas célebres arañas gigantes en bronce pensó y erigió en los últimos 20 años de su vida más de 60 estructuras espaciales para contar ni más ni menos que las oscuridades de una vida. La suya. Las Celdas son autorretratos. Aquí hay 28 de ellos, la más importante exposición montada nunca en torno a esta faceta de la artista, la más áspera y oscura.

El miedo como tema

No quiso dejar nada sin contar y no lo dejó. Hay que advertir que el tono y el material de su narración son, digamos, algo diferentes a los de otras. Las celdas tratan del miedo, y el miedo es libre. Lo puede traer un crujido a destiempo. El ladrido de un perro en medio de la bruma donde ya no hay espigón. Luego están los miedos de la vida, que son los de la muerte. Bien lo sabía Louise Bourgeois: muere la gente y no sabes qué preguntas hacerte ni qué respuestas serás capaz de darte. Eso da miedo. Bien lo sabía aquel pájaro de ala quebrada, alguien volcánico y depresivo con pulsiones suicidas (lo intentó dos veces, la primera cuando murió su madre en 1932, la segunda cuando su padre, que encima se acostaba con la institutriz, quiso casar a Bourgeois con un amigo suyo).
“Tenía sus problemas sicológicos, claro, mucha ansiedad, temores, miedos, depresiones y un gran sentimiento de culpabilidad por no ser buena madre… pero sabía que el arte le ayudaba a sobrevivir, todo su proceso creativo, no solo las celdas, eran una terapia”, explica Jerry Gorovoy, asistente personal durante 30 años y actual presidente de la fundación que gestiona los derechos y la memoria de la artista. “Una artista que nunca hizo cosas para el público… sino para ella misma”, aclara Gorovoy sobre alguien a la que la crítica y el mercado del arte reconocieron cuando sobrepasaba ya los 70 años.
Días negros, La destrucción del padre, Sin salida, Arco de histeria, Pasaje peligroso, El confesionario… son títulos que no dejan resquicio a la duda en esta peregrinación por entre las estructuras de acero, vidrio, madera, tela, látex, mármol, resina o trozos de espejo. Todo resulta tétrico y, a la vez, extrañamente plácido. Más que a la contemplación de un conjunto de obras, al visitante se le propone pulular entre ellas, formar parte de ellas. El reto se aceptará o no. Si es que no, tendremos a un visitante de museo visitando un museo. Pero si es que sí, tendremos en escena la rara (por escasa) especie de los pobres diablos examinando en su interior, confrontándose a la obra de arte, cayendo quizá en la cuenta de que, qué demonios, como sostenía Louise Bourgeois el arte nos puede salvar, o al menos interrogar.
La soledad, el abandono, la inseguridad, lo ido, el daño, la memoria, el dolor intenso, quién sabe si la curación. No es poco para una exposición de verano.
Cuesta creer que lo temible pueda resultar poético. Pero en las salas oscuras las guillotinas, los reclinatorios, las prótesis, las puertas, camas y sillas desvencijadas (muchas de ellas recuperadas de vertederos o escombreras), los frascos de perfume —en su caso, siempre Shalimar de Guerlain— y las aberturas por donde asomarse como un voyeur… surgen como estrofas de un poemario maldito. Un poco hay de Baudelaire y un mucho de Duchamp y Bacon. Tampoco olvidemos a Freud.
Es el universo de Louise Bourgeois, un espejo en el que nadie querría mirarse. Ella sí. Amó a su madre muerta (de ahí el útero vacío como tema constante), quiso matar al padre aunque nunca aparcó el complejo de Electra. También quiso matarse a sí misma. Quedan estas 28 celdas como testimonio de una desolación. También como la demostración empírica de un caerse y levantarse. Celdas-refugio, celdas-cárcel, celdas-siquiátrico. La curación por el arte. O el anhelo de ello.



Louise Joséphine Bourgeois


                                  (25 de diciembre de 1911– 31 de mayo de 2010)

Fue una artista y escultura francesa nacionalizada estadounidense. Conocida por sus esculturas de arañas, que le valió el apodo de Mujer Araña, es una de las artistas más importantes del arte contemporáneo. Su escultura arácnida más grande se titula Maman y ha sido exhibida en numerosos lugares del mundo, con una altura de más de 30ft (9.27m).
En la década de 1940, después de haberse mudado a Nueva York con su esposo, Robert Goldwater, se inclinó por la escultura.
Reconocida como fundadora del Arte Confesional, sus trabajos están catalogados como sugestivos de la figura humana, expresando temas como la traición, la ansiedad y la soledad. Su trabajo era puramente autobiográfico y estaba inspirado en su trauma de la infancia causado por el descubrimiento del amorío entre su padre y su niñera.
Premios y menciones honoríficas
  • 1977: Doctorado con Honores de la Universidad de Yale.
  • 1990: Seleccionada para la National Academy of Design.
  • 1991: Premio al Logro de Vida en Escultura Contemporánea (Hamilton, New Jersey, USA)
  • 1997: Medalla de las Artes
  • 1999: Premium imperiale por logros a lo largo de su Vida
  • 1999: Golden Lion en el Venice Biennale
  • 2003: Wolf Foundation Prize En las Artes (Jerusalem)
  • 2005: Austrian Decoration for Science and Art
  • 2008: Légion d'honneur
  • 2009: "Commandeur" de la patafísica Ordre de la Grande Gidouille.
  • 2009: Honrada por el National Women's Hall of Fame

     



DORIS LESSING











Una Nobel rebelde, Doris Lessing (1919-2013) 
Doris May Tayler nació el 22 de octubre de 1919, recibió el premio Nobel de Literatura de 2007 era concedido a una mujer excepcional. Tenía entonces ochenta y ocho años y tras de sí acumulaba una intensa vida dedicada a las letras pero también a la lucha por la defensa de los derechos raciales y al feminismo. Atrapada por el embrujo africano, Doris Lessing vivió en Persia, su país de nacimiento, Rodesia e Inglaterra. Se definió como anticolonialista y socialista y renunció a una vida de familia y a un papel de madre tradicional para seguir su propio camino. Fue una de las pocas escritoras de su tiempo en recibir un gran número de premios literarios. 
En 2001 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras.
 Fue en 1962 cuando su Cuaderno dorado, una novela con altas dosis de autobiografía, la que la consagró. 
La obra se convirtió también en un claro referente para los movimientos feministas del momento 
El 17 de noviembre de 2013, Doris Lessing fallecía en Londres, a los noventa y tres años de edad.


ADA LOVELACE



Cada año, el 15 de Octubre se celebra el Día de Ada Lovelace, un día para hacer visibles a todas las mujeres que se dedican a la ciencia, la ingeniería, la tecnología o las matemáticas. ¿ Por qué Ada Lovelace? Porque su contribución a un campo tan mayoritariamente masculino como es la programación fue notable. no solo es considerada la primera mujer programadora, es que fue la primera programadora que hubo en la historia.

Ada Lovelace, nació en Ada Augusta Byron en la Inglaterra Victoriana de 1815. Su madre se encargó de iniciarla en la filosofía y las matemáticas, algo para lo que demostró tener un talento. En 1834, conoció a Marie Somerville, también especializada en matemáticas , y a Charles Babagge, con el que aprendió a pensar como aplicar las matemáticas a la tecnología.

Babagge intentaba desarrollar una nueva maquina de calculo, que pudiese actuar según una predicción determinada. Ada comenzó a trabajar con él esta máquina que almacenaba datos y efectuaba operaciones repetitivas.
en 1843, con permiso de Babagge, publicó un texto sobre el invento, mostrando como funcionaría y dando instrucciones para usarla, utilizando un algoritmo matemático. También sugería el uso de tarjetas perforadas para introducir programas, un sistema similar al que se utilizó mucho tiempo después para crear programas informáticos. Firmó el articulo solo con sus iniciales, para no revelar que no escribía una mujer.

Ada murió en 1851, víctima de un cáncer de útero. Más de cien años después, en 1979, el Departamento de Defensa estadounidense dio su nombre a un lenguaje de programación, y cada año el 15 de Octubre se recuerda su nombre y su crucial aportación a la tecnología.

MARIE CURIE

Nació en Varsovia en 1867, hija de un profesor que le dió una buena formación científica que ella completó graduandose en Física y Ciencias matemáticas en la Universidad de la Sorbona.
Allí conoció a Pierre Curie, profesor de la Escuela de Física con el que se casó. Trabajaron juntos compaginando investigación y docencia. El descubrimiento de la radioactividad les inspiró para llevar a cabo experimentos por los que lograron aislar el polonio y el radio.
En 1903, la Academia Sueca otorga el Premio Nobel de Física a Henri Becquerel, Marie Curie y Pierre Curie por sus trabajos en el descubrimiento y comprensión de la radioactividad. Tres años después muere Pierre Curie, y Marie asume su puesto de profesor, convirtiéndose en la primera mujer en enseñar en la Universidad de París. En  1910 recibe su segundo Premio Nobel, esta vez en química, por lograr aislar por primera vez, un gramo de radio.
Durante años trabajó con su hija Irene para dar a conocer y aplicar el papel de la radioactividad en el campo de la medicina, pero las consecuencias de éste fenómeno fueron minando su salud. En 1934, Marie Curie murió ciega a causa de la radioactividad.